
Doctora en Ciencias Políticas, profesora emérita de la Facultad de Long Island University en Nueva York y colaboradora del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), Usach. Desde Estados Unidos
Hay mucha tensión en EE.UU. en estos últimos días del proceso electoral antes de la elección presidencial del 5 de noviembre. Los votantes, y la población, en general, están muy divididos. Las encuestas muestran un virtual empate entre Kamala Harris, la vicepresidenta y ex fiscal, y Donald Trump, expresidente y,ahora, criminal convicto. Harris, una mujer cuyos padres fueran inmigrantes de India y Jamaica tiene mucho respaldo de liberales, mujeres, y jóvenes. Proyecta una visión de unidad, derechos (firmemente para las mujeres) e inclusión. Harris ha ganado también el respaldo de sectores moderados del Partido Republicano e, inusualmente, de varios miembros del último gabinete de Trump. Muchos de estos dicen que Trump no es apto, ni personal ni políticamente, para ejercer la presidencianunca más.
Trump tiene respaldo de hombres, especialmente hombres blancos y sin universidad, y de la derecha dura. Su discurso es violento y fomenta el odio racista, xenófobo y de clase. Además, su comportamiento ha sido cada vez más desquiciado en meses recientes y sus charlas más incoherentes y desequilibradas. Trump se convirtió en junio en el primer expresidente en la historia de EE.UU. de ser condenado por delitos graves. Un jurado de ciudadanos lo declaró culpable de 34 cargos criminales por sus pagos ilícitos a una actriz de películas pornográficas, una supuesta amante, para silenciarla antes de su anterior campaña política. Todavía el juez no ha dictado una sentencia, pero si Trump gana la elección, probablemente va a usar su poder para descartar o anular el caso. Tiene cargos en otros casos también—incluso sobre sus intentos de sabotear y subvertir la elección de 2020– pero esos casos se mueven a paso de caracol.
Un cambio radical en junio
Hasta julio de 2024 esta elección era entre Trump y el presidente actual, Joe Biden, lo que había dejado a la población de EE.UU. poco motivada. Muchos sintieron que eran muy pobres opciones y no querían votar por ninguno de los mismos ancianos, como en 2020. Había una sensación de desilusión y cansancio. Mientras tanto, durante los meses marzo a junio en las universidades y las calles surgieron enormes protestas contra la política de Biden en Gaza. Manifestantes organizaron en 150 universidades huelgas, ocupaciones, cabildos y protestas de estudiantes y profesores contra los incesantes bombardeos genocidas del gobierno de Netanyahu contra civiles (un gran porcentaje niños), residencias, hospitales, escuelas, universidades y sitios de refugio en Gaza. Biden se hizo impopular entre muchos jóvenes por su respaldo incondicional a Israel y su falta de empatía por la población de Gaza, al tiempo que miles y miles de civiles estaban siendo masacrados. Mucha gente árabe-americana estaban resistiendo su postulación. Sin embargo, Biden insistía que él era el mejor candidato.
En junio, sin embargo, hubo un giro vertiginoso en las campañastanto de los Demócratas como los Republicanos. Hubo un debate televisado entre Trump y Biden. Biden pareció frágil, anciano, confundido, lento, y Trump fue agresivo y, como siempre, arrojó un aluvión de mentiras, falsificaciones y exageraciones con poca relación con la realidad. Fue obvio que Biden no podía argumentar en contra. Había mucha consternación en el país. Sin embargo, Biden todavía rechazó la idea de retirarse.
Finalmente, importantes figuras públicas, como Nancy Pelosi, convencieron a Biden que iba a perder y regalar la elección a Trump. Y más, muchos otros Demócratas iban a perder en el Congreso y en los estados. Biden finalmente se retiró en julio. Kamala Harris asumió como candidata con el respaldo entusiasta del Partido Demócrata y muchos sectores del país. De repente, surgió una sensación nueva de esperanza, y Harris rápidamente subió en las encuestas y recibió muchas donaciones para su campaña.
¿Qué está en juego en la elección?
Si ganara Trump muchos analistas predicen cambios radicalesen el país y en sus relaciones externas. Su victoria empoderaría a líderes autoritarios de América Latina: los Bolsonaro, Milei, Kast. Otra presidencia de Trump deterioraría más la frágil estructura de derechos humanos y el derecho internacional. También las leyes de DD.HH. nacionales. Trump no cree en los derechos ni en la igualdad de las mujeres, personas gay o bi, inmigrantes o personas que no sean blancos. Está dispuesto aromper relaciones con aliados demócratas en Europa y otras partes (hace un par de días dijo que “nuestros aliados son peores que nuestros supuestos enemigos”). Dice que va a usar las fuerzas armadas, internamente, contra sus adversarios políticos(como se hizo en los Estados de Seguridad Nacional, tristemente conocidos en América Latina).
Trump ha prometido a sus amigos ricos enormes reducciones fiscales e impuestos bajos. Su aliado, Elon Musk, ha gastado millones de dólares en acciones cuestionables para promover a Trump y ha censurado críticas en Twitter. Trump dice que el cambio climático es una trampa engañosa. Quiere buscar más combustibles fósiles y anular protecciones para el medio ambiente. No respeta los derechos de la mujer y quiere retrocederlos, incluido el derecho a controlar su propio cuerpo.
Es interesante que muchos de los exintegrantes del gobierno de Trump están ahora muy opuestos a otra administración trumpista. El exsecretario de Defensa, Mark Esper, lo calificó de “amenaza a la democracia”. El exasesor de seguridad nacional John Bolton lo declaró “no apto para ser presidente”. El exvicepresidente Mike Pence se negó a respaldarlo, citando “profundas diferencias”. Alyssa Farah Griffin, exdirectora de comunicaciones de la Casa Blanca de Trump, dijo: “Básicamente, un segundo mandato de Trump podría significar el fin de la democracia estadounidense tal como la conocemos, y no lo digo a la ligera”. John Kelly, general retirado de cuatro estrellas de los Marines que sirvió como Secretario de Seguridad Nacional antes de convertirse en jefe de gabinete de la Casa Blanca, dijo: “Sin duda, el expresidente pertenece a la extrema derecha, es un autoritario, admira a los dictadores, lo ha dicho. Por lo tanto, sin duda entra en la definición general de fascista”. También, afirmó, Trump había dicho cosas positivas sobre Hitler. El general Mark Milley, quien sirvió como jefe del Estado Mayor Conjunto, dijo: “Tenía sospechas cuando hablé contigo [el periodista] sobre su deterioro mental y demás, pero ahora me doy cuenta de que es un fascista total…No hacemos juramentos a un rey, ni a una reina, ni a un tirano, ni a un dictador”. Trump tiene una admiración por autoritarios como Putin y Orban. Quiere poner tarifas sobre todos los productos importados, aunque esto tendrá repercusiones graves en todo el mundo (y subiría los precios para los ciudadanos estadounidenses).
El discurso de Trump es cada vez más oscuro, violento yamenazador. Todavía insiste que ganó la elección en 2020 y que hubo fraude masivo. No es cierto. En octubre insistió en que hubo una transferencia pacífica del poder en 2021 y restó importancia a los acontecimientos del 6 de enero, cuando sus violentos seguidores asaltaron al Capitolio. Cinco personas murieron, más de 140 policías fueron agredidos y más de 1.500 de sus seguidores han sido acusados penalmente. Trump dice sobre este día, “fue paz y amor”. Ha insultado a los inmigrantes, puertorriqueños, mujeres, judíos, latinos, afroamericanos y musulmanes. Se ha comprometido a poner a los inmigrantes en campamentos y llevar a cabo «deportaciones masivas”. Enmeses recientes ha insistido que los haitianos en Springfield, Ohio—quienes llegaron legalmente y vivían sin problemas—se comían los gatos y perros de los vecinos. Las autoridades en Springfield negaron estas calumnias, pero los haitianosenfrentaron amenazas reales, incluida amenazas de bomba en varias escuelas de Springfield.
Trump critica a Kamala Harris con mentiras indignantes y machistas, diciendo que es «discapacitada mentalmente» y“estúpida”. Le culpa por cosas que nunca hizo y dichos que nunca dijo. Por ejemplo, dijo en octubre, “Me encantan las vacas. Creo que son tan lindas y tan hermosas y tan…Pero conKamala, que es una lunática de izquierda radical, ya no habrá vacas”. Tiene una visión apocalíptica, negativa, desconectada con la realidad. Recién, después de atacar a los inmigrantescomo criminales una vez más, Trump dijo que EE.UU. es un‘basurero para el mundo’.
Si pareciera que tengo una preferencia por Harris, lo confieso, aunque no tengo ilusiones. Su posición sobre Gaza, y ahora Cisjordania y Líbano, no es muy clara, aunque dice que su administración no será una continuación de la de Biden. Pero ella respeta la Constitución, y Trump no. A mi juicio es urgente evitar una segunda administración trumpista. Si Harris tiene fallas, hay que oponerlas y protestarlas. Pero primero, hay que elegirla. Trump y su movimiento presentan un peligro inminente. Como escribí en 2021, a mí me preocupa profundamente el desarrollo de un movimiento fascista en EE.UU pues pondría en peligro a todo el mundo.