
Licenciado en geografía U de Chile. Miembro de la Corporación «Región Constituyente»
Quienes caen en la dicotomía de que si críticas a Maduro eres un partidario del imperialismo norteamericano, no se dan cuenta del daño que el régimen venezolano le hace a la democracia, no solamente en ese país, sino que a la relación que la izquierda debe tener con la democracia tanto como valor, idea y forma de gobierno.
No por considerar a María Corina Machado una impresentable tenemos que reconocer por obligación y a estas alturas que Nicolás Maduro tiene credenciales de demócrata. Finalmente Maduro es quien gobierna Venezuela y todo indica que no ha tenido ni la capacidad ni la voluntad de dar garantías para unas elecciones democráticas y libres. No me informó por CNN y conozco a cientos de seguidores de Chávez que hoy, sin embargo, rechazan el régimen de Maduro y Diosdado Cabello. El llamado Socialismo del Siglo 21 venezolano, no alteró ni un ápice el «modo de producción» en ese país y, por el contrario, al lado de cada pozo petrolero hay un militar a cargo, como expresión de la alianza entre Maduro y Diosdado, lo que asegura al primero seguir de ahijado del Ejército, en una alianza entre el poder militar y el poder burocrático. De pura casualidad el principal General se apellida Padrino.
En materia de apertura a observadores internacionales y conteos paralelos, ni la dictadura militar chilena fue tan extrema para el plebiscito de octubre de 1988.
Las críticas de Lula, Boric y Petro, entre otros, dejan a Maduro en una posición fuera de juego en la izquierda latinoamericana. De seguro poco le importa ya que la camarilla cívico militar que lo sustenta tiene la tarea de asegurar los negocios. Da lo mismo el discurso anti imperialista de quienes lo defienden en diversas latitudes, si total USA les seguirá comprando el petróleo, más aún después de la guerra entre Rusia y Ucrania, que incrementaron los acuerdos entre el régimen de Maduro y las empresas Chevrón y Texaco, que no son precisamente cooperativas de trabajadores. Lo importante es que las masas sigan gritando contra el Tío Sam.
Y los dirigentes del PSUV seguirán usando esa fraseología que hasta a Marta Harnecker y su manual del materialismo histórico pondrían colorada por su simplismo.
¿Qué vendrá ahora? Por lo pronto, que América Latina se prepare para otra ola migratoria, con altas probabilidades de transformarse en una crisis humanitaria en la región.
Como dice un barbero avecindado en Chile, otrora chavista, y parafraseando a Porfirio Díaz: «Pobre Venezuela, tan lejos de Dios y tan cerca de Diosdado. Tan lejos de Chávez y tan cerca de Maduro».
Parece que la habilidad política se la llevó el Comandante.