
Economista, Instituto Igualdad
El mundo ha quedado perplejo al develarse lo que había oculto en la caja negra de la política que motiva a la élite de los multimillonarios del planeta.
No solo se trata de la codicia por tener más dinero y patrimonio, ostentando los primeros lugares del ranking de riqueza en el planeta, se trata de que ese enfermizo afán va ahora tras el poder total que le permita moldear el mundo según su imaginario y llegar a ser los reyes del nuevo imperio del siglo XXI.
Todo lo que impida el dominio de su imperio o que lo consideren un atentado al modelo de inteligencia y al futuro que ellos quieren para el planeta podría ser borrado del mapa. Tras largos años esta burbuja del espectro político de la ultraderecha no había salido con todos sus colores y formas. Parece, que sin más disfraces comenzó la era del neonazismo.
Hoy, pese a la condición de imputado por la justicia, Trump, un millonario por herencia más que por su emprendimiento exitoso en sus negocios, pero, igualmente miembro de esa élite, se encuentra por segunda vez en el gobierno de la nación más poderosa del planeta. En espera del fracaso de Biden, como del congelamiento de los juicios en su contra, poniendo en juego la democracia de su país y logrando crear una profunda división en la ciudadanía, Trump, logró alinear a los políticos de derecha y conseguir el control de la Cámara y el Senado de EEUU.
Detrás de todo esto se mueve implacablemente un sistema económico global que ha logrado concentrar lo más valioso que involucra el futuro, atrapar la industria que va hacia la sociedad del conocimiento para hacer posible que no solo el ser humano intervenga en el diseño del futuro, sino también lo haga la AI – una creación humana – hecha a su imagen y semejanza, pero dotada de millones de cerebros humanos y no humanos interconectados que se potencian con algoritmos generados tanto por la creación de los seres humanos como por la propia AI.
Mas allá de quién terminará controlando al otro, si el ser humano o el no humano replicado y potenciado muchísimas más veces, estamos en presencia de un planeta que abandonó la gobernanza compartida en la organización más civilizatoria creada hasta ahora por los humanos como ha sido la ONU y que hoy su futuro está en manos de unos pocos multimillonarios que concentran el poder económico en la industria del conocimiento y la AI, que en el caso de EEUU, han logrado enquistarse en el poder político, e incluso, antes de formalizar su instalación en el gobierno, ya están dando señales altamente preocupantes a la humanidad, advirtiendo de lo que están dispuestos a hacer más adelante.
Nadie puede ignorar que esa industria será la continuación de lo que ha sido la destrucción del planeta perpetrado por ese mismo sistema, concentrador de poder económico y depredador de la vida en todas sus formas. La desigualdad ignominiosa no será administrada por humanos, ocultando su patrocinio, sino por máquinas que utilizarán las propiedades de la energía y la materia que empieza a validar la física cuántica y de los hallazgos que provea el estudio del universo.
El mundo está aterrado ante declaraciones, que ningún líder democrático se ha atrevido hacer en varias décadas, como agregar un país entero y territorios de otros como una provincia o estado federal más de EEUU, apoderarse de instalaciones estratégicas de otro país, tratar de estúpidos a gobernantes democráticos de otras naciones, de modificar el mapa y darle nombres a áreas geográficas que reflejan los intereses de un gobernante autoritario con propósitos tan atrevidos y amenazantes como estar dispuesto a hacerlo por la fuerza.
En una columna anterior, con el título el neonazismo en marcha, señalé que la paz y la democracia están en peligro. Cada nueva intervención de Trump y de su círculo más estrecho, cada cual con voz propia y con el mismo afán, denigran e insultan con la más dura y grosera soberbia a estadistas, dirigentes políticos, jefes de estado y con ello a los ciudadanos de esos países. Es sin duda el lenguaje procaz de esta élite que recogió lo peor de la historia de la humanidad como ha sido el legado de Hitler y de las dictaduras que admira Trump. Con los mismos gestos, lenguaje, imágenes corporales y amenazante histrionismo, Milei le sigue los pasos y posiblemente Bolsonaro, espera su turno.
En el más absoluto silencio de lo comentado anteriormente se encuentra nuestra élite criolla. Sin embargo, sus dichos y acciones se encaminan a diseñar su propia estrategia para el crecimiento económico que favorezca sus intereses cuando logren el poder político, obviamente, después del gobierno de Boric al que no le han dado la sal ni el agua para hacerlo fracasar. Se abre la oportunidad para la derecha de conseguir el parlamento y el gobierno para con ello, esta vez sin tapujos, compartir los objetivos económicos y políticos de Trump al que admiran en su cofradía.